Un bodegón sin cubiertos ft. RIJKS

 
Salón y mesa con copas del restaurante RIJKS en Ámsterdam.

Restaurante RIJKS en Ámsterdam.

 

 

Si hay un lugar que me puede gustar más que un restaurante, es un museo. No lo había pensado así antes, pero tienen mucho en común. Ambos ofrecen exposiciones permanentes con obras maestras que son como aquellos platos icónicos que no podemos dejar de probar. Y ambos tienen muestras temporales que las encontramos por casualidad y nos sorprenden: menús estacionales, colaboraciones y los tan inusuales pop ups que son una mezcla de performance y posmodernidad.

El reto que tienen los museos es armar narrativas con piezas que cuentan historias y proponer recorridos para el disfrute de los visitantes, sin importar si somos conocedores o aficionados. Lo mismo sucede en un restaurante. Cocina, salón y cava se disponen a brindar una experiencia memorable. A todos nos gusta sentirnos restaurados por una obra de arte que nos conmueve hasta las entrañas o por un sabor que nos vuela la cabeza o nos mueve el corazón.

Con estas ideas dando vueltas, caminaba por la explanada de los museos en el corazón de Ámsterdam. Era verano y entre Rembrandt, Vermeer y Van Gogh, me encontré con el Rijksmuseum, el museo más importante de los Países Bajos. Y justo allí, compartiendo fachada y tesoros, estaba el RIJKS, un restaurante de cocina holandesa que esperé meses para visitar.

El menú inspirado en ingredientes locales era una invitación a recorrer la geografía neerlandesa. Cada descripción evocaba un paisaje y en cada paso, al estilo de los grandes maestros, se combinaban brillantemente los colores, los sabores y las texturas. Estábamos con los sentidos despiertos y listos para empezar.

Como si de un lienzo se tratara, sobre una madera limpia, se fueron ubicando los primeros platos. Era un cuadro perfecto, un bodegón de Vermeer solo que sin cubiertos. Esperamos unos minutos, nos miramos, miramos a las otras mesas y volvimos a mirarnos. ¿Un error? ¿Un olvido? Era poco probable porque todo lo demás era demasiado perfecto: el salón, el servicio, el ambiente y la luz lateral que atravesaba la ventana. Tímidamente, preguntamos. La respuesta venía cifrada en un lenguaje de señas que nos indicaba, casi como una pista para llegar a un tesoro escondido, que algo habíamos pasado por alto: una gaveta ingeniosamente incorporada a la mesa. Al abrirla nos encontramos con una colección privada de herramientas y utensilios. No era solo cubertería, era una revelación, un descubrimiento. Me sentí como el pintor que se encuentra inesperadamente con la belleza.

Cutlery drawer at RIJKS Restaurant in The Netherlands.

Rijks Restaurant

Museumstraat 2, 1071 ZB Amsterdam, Países Bajos

IG rijksrestaurant

www.rijksrestaurant.nl